María
abordó el bus sin prisa. Se había quedado sin un rumbo definido
después de que Abel le cancelara la cita que tanto esfuerzo le había
requerido para ocultar su emoción. - Hoy no podré – fue lo único
que le dijo. Ahora le quedaba un espacio de tiempo sin dueño para
ordenar un poco su cabeza. Pagó el pasaje con indiferencia y se fue
hacia atrás, siempre hacia la silla de la ventana de la penúltima
fila a la izquierda. Ese era su lugar para recorrer la ciudad. Pasó
frente a un hombre joven , más joven que ella, ensimismado en su
reproductor musical. Le gustaba jugar a adivinar qué escucharía la
gente basada sólo en sus vestimentas... “rock en español” pensó
claramente. ¿Qué dirían de mí? Le gustaba pensarse como una Frank
Zappa o The Allman Brothers, pero el truco es que eran el observador
y su prejuicio los que decidían.
Tuvo
tiempo para pensar mil teorías sobre la cancelación de Abel, cada
una más dramática que la otra, pero todas la dejaban en una
posición de rechazo inmisericorde. Tal vez nadie había aprendido a
verla como ella se veía a sí misma. La ciudad le pasaba sin mucha
emoción mientras se envolvía cada vez más en un galimatías de
sensaciones. El colorido vestido de la señora que subía al bus la
trajo de vuelta. Se le hizo un personaje fuera de contexto, como una
mancha de pintura sobre una foto en blanco y negro. Se sentó dos
filas delante de ella pero a la derecha, en un ángulo que le
permitía ver las reacciones de su perfil. Eso le emocionó y la
llevó a conjeturar orígenes y destinos de aquel personaje
anacrónico. Tal vez iba a reclamarle a una amante de su pareja. Tal
vez venía de cobrar una deuda... Sonrió como no lo hacía desde la
llamada inicial de Abel concertando una cita.
Cada cuento es mejor, ya quiero leer el 300!!
ResponderEliminarEste me gusta, sobretodo porque veo en ese personaje algo que es tan mío que asusta.
Me gusta mucho como escribís!
Vas bien, muy bien!!