Cuando
entendió que no había más por escribir decidió escribir hasta que
no hubiese algo más para no escribir y haberlo abarcado todo en
medio la incompletitud sistémica del sistema completo que se define
a sí mismo para poder existir en su negación y ocupar
simultáneamente el volumen de su materia y antimateria como el que
vuelve a su reflejo ante el espejo para reconocerse como el que fue y
ya no es y por ende no puede reconocer el hombre que fue antes de ser
el que es ahora y no mañana como el tiempo que se yuxtapone a su
propio devenir para recorrerse en ciclos que no empiezan ni terminan
porque no hay límite visible o calculable que sirva de referencia a
lo que ha iniciado o finalizado sin causa alguna o efecto resultante
de la colisión espacio-temporal de lo que ha sido y ha debido ser
sin que se pueda emitir un juicio de valor que ya no vale nada porque
sin el tiempo no hay tal juicio y sin el espacio no hay lugar para el
juicio que ya perdió su valor ante el análisis inductivo que
termina por deducir que no hay generalidad en la particularidad ni
particularmente algo genérico que enmarque sistémicamente el
conjunto que definimos como partida que busca reflexivamente una
relación terminal en otro universo que lo concluya pero no lo
delimite en ese mismo acontecer de su sobreyectividad punto por punto
que pasa por todos los puntos y por ninguno como el tiempo cuando se
bifurca en sí mismo y se reinicia sin sentido como el texto que se
escribe de corrido sin habérselo propuesto